MUSEO DE LA CIUDAD

EI Museo de la Ciudad funciona desde 1998, en el rehabilitado edificio del antiguo Hospital San Juan de Dios, que ha permitido la recuperación de un bien arquitectónico patrimonial. Tras los muros del Antiguo Hospital, se conserva y proyecta hacia el futuro un testimonio de la vida cotidiana de los habitantes de Quito,

desde la época aborigen hasta los más recientes hechos del siglo XX, expresados en aquellos objetos sencillos usados por la gente en su vida cotidiana, en ámbitos como las artes y los oficios, la educación, la cultura y el ejercicio de la ciudadanía.

El Museo de la Ciudad está en el corazón del centro Histórico de Quito. Fue fundado en 1565 por orden del Rey de España, como el Hospital de la Misericordia de Nuestro Señor Jesucristo. Este adoptó el nombre de Hospital San Juan de Dios en el siglo XIX, como todavía se lo conoce hoy.

La instalación de hospitales en las ciudades españolas recientemente establecidas era en respuesta a la mentalidad medieval cristiana que acentuó la importancia del bienestar de la gente común y sus valores de solidaridad y atención al necesitado. Hospitales, un nombre derivado de la palabra “hospitality”, completa las múltiples funciones en la sociedad española. Además de la asistencia a personas enfermas, estaban las auténticas casas de caridad que dieron una plaza agradable para huérfanos y sin hogar. De las paredes del viejo Hospital, el Museo de la Ciudad paga el homenaje para todos los hombres anónimos y las mujeres quien día a día, a lo largo de los siglos, han seguido ampliando la ciudad con su trabajo, ideas, pasiones, alegrías, dolores, y el trabajo sumamente expresivo nacido de las diversas identidades que ellos incorporan. Por eso, el Museo presenta la Historia de la vida diaria, porque sólo por esto las diversas identidades de los habitantes de Quito pueden ser rescatadas y reconstruidas.

En el campo de la Historia, el Municipio de Quito ha sido capaz de cubrir una demanda cultural en el área de museos. Mientras estos, tradicionalmente, se han concentrado en áreas como las de arqueología, arte, desde grandes personajes y acontecimientos, el Museo de la Ciudad muestra la historia de Quito desde la posición ventajosa de los ciudadanos anónimos que han vivido aquí. Este enfoque permite la comprensión de la mentalidad y la imaginación de una ciudad compleja habitada por múltiples comunidades en las cuales el pasado da testimonio del presente y futuro desde un punto de vista socioeconómico.

Durante el recorrido del Museo, es posible apreciar que su patrimonio, además de una conjunto de obras excepcionales y de objetos cotidianos, está compuesto por manifestaciones intangibles, subyacentes de la cultura urbana: la intimidad, anécdotas, leyendas y tradiciones: los olores y sabores, el vestido, las normas y prohibiciones sociales, los oficios y las fiestas. A través del permanente cambio en las exposiciones y de la política de involucrar a la comunidad en las actividades y objetivos del Museo, éste busca constituirse en sujeto vivo y activo del Quito contemporáneo.

Así, el Museo de la Ciudad brinda a los ciudadanos un espacio dinámico de integración y participación social, un lugar alternativo de aprendizaje en el que la diversidad es un factor de riqueza, y la cultura se ofrece cada día como la alternativa de desarrollo. Dentro de los centenarios muros del Hospital, el Museo recupera las viejas funciones de solidaridad y servicio a la comunidad para las que este edificio fue construido.

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Secciones del Museo:

Prehispánico. La región de Quito era el centro del comercio interregional y un punto de cambio de ideas, productos, culturas y carreras. Aquí, los comerciantes podían intercambiar bienes de los orígenes más diversos, lenguas, y creencias religiosas. Con el tiempo, los dominios étnicos de gran poder y la enorme concentración demográfica fueron constituidos. En las décadas pasadas antes de la llegada de los españoles, Quito era un importante complejo comercial y la defensa para los conquistadores incas. Sus construcciones sirvieron como base sobre la cual las ciudades españolas y la sociedad colonial fueron construidas.

El adobe, la piedra, la madera y las manos de los antiguos habitantes quiteños lograron moldear, a través de los siglos, la construcción que se convertiría en la edificación civil más antigua de la ciudad de Quito. Las altas y macizas paredes, ubicadas en la tradicional calle de las Siete Cruces, ahora conocida como García Moreno, dieron testimonio durante 409 años de las diversas actividades de una casa de salud, en donde recibieron atenciones médicas varias generaciones de quiteños y se formaron centenares de médicos.

El Museo de la Ciudad es un centro de expresión de la cultura de Quito, que propicia la reflexión y la recreación de su memoria cotidiana en busca del reconocimiento y la apropiación de valores de los habitantes de la ciudad.

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Exposiciones permanentes:

Sala Quito.- Nos muestra el juego entre la riqueza de un pasado milenario y la diversidad cultural actual. Una lectura diferente de la historia, a partir de la vida cotidiana y de los procesos sociales. Refleja los modos de vida, utensilios y alimentos de los pueblos que ocuparon la hoya de Quito. Gracias a su posición geográfica privilegiada, Quito se erigió como un importante centro de intercambio económico y cultural entre diversas regiones. Sus vías naturales de comunicación permitían el acceso desde cualquier punto y es por eso que se convirtió en uno de los principales ejes económicos de Los Andes Septentrionales.

Siglo XVI.- El siglo XVI fue un periodo violento, como consecuencia del establecimiento e imposición de un nuevo orden. La fundación española de Quito determinó el encuentro y la convivencia difícil entre dos culturas distintas, y trajo consigo el inicio del mestizaje, nuevos límites geográficos e imposición de leyes y otros sistemas de gobierno. Presenta una época de cambios y de crisis, intensa y dramática que vivió la conquista española y el esfuerzo del mundo indígena, de la choza y el techo de paja, a la iglesia, la piedra y la teja.

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Siglo XVII.- Ofrece imágenes del nacimiento de una ciudad donde predomina la cultura barroca, consolidando con ella el nuevo orden. Quito, como capital de la Real Audiencia, progresa a través del auge del comercio y los obrajes. Se construyen grandes templos que facilitan la difusión de la religión Católica.

Este siglo se caracterizó por un fortalecimiento económico, impulsado por el desarrollo de la industria de los tejidos, y ya que los indígenas conocían ancestralmente su manejo, no se les hizo difícil adaptarse a la tecnología impuesta por los españoles.

Además, los habitantes de la Real Audiencia de Quito, ante los desastres naturales del siglo anterior, aumentaron su devoción religiosa, implantando en la sociedad un pensamiento secular; una imagen sobresaliente de este misticismo fue la de Mariana de Jesús.

Presenta a una ciudad que toma forma gracias al comercio, al nacimiento de las instituciones y la religiosidad, la vida social adquiere nuevos ritmos y se establecen rígidas jerarquías. Las artes y los oficios contribuyen a construir una nueva urbe, que empieza a desarrollarse bajo las formas del barroco.

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Siglo XVIII.- Siglo de las luces y apogeo de un pensamiento ilustrado, producto de la visita de misiones científicas. Época de cambios, redefiniciones, descubrimientos y decadencia económica. Época de sublevaciones indígenas y mestizas que trajo consigo la inestabilidad social.

El siglo XVIII se caracterizó por la visita de misiones científicas extranjeras, que reconocieron la riqueza de la región, sus animales, plantas y habitantes. Existía una estratificación social bien marcada que establecía las normas de comportamiento y costumbres que debían adoptar las personas de acuerdo con su clase. Fue una época en la que se desarrolló la escultura, siendo Bernardo de Legarda su máximo representante.

En Quito se inicia la consolidación de una identidad criolla que reclamaba igualdad de derechos y reconocimiento por parte de la Corona y se avizoran signos de descontento por la administración española.

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Siglo XIX.- La influencia del pensamiento ilustrado introduce la cultura francesa en la sociedad, transformando los estilos de vida cotidianos. Las nuevas tecnologías irrumpen la conciencia social bajo la idea de progreso.

Las ideas libertarias que se propiciaron en el siglo anterior, con Eugenio Espejo como su máximo exponente, dieron paso a la Independencia y al establecimiento de la República. El siglo XIX fue una época de modernización y de afrancesamiento en el gusto estético de los habitantes de Quito.

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Iglesia: Como toda casa de salud, el Hospital de la Misericordia de Nuestro Señor Jesucristo contaba con su propia iglesia desde el siglo XVII, a la cual acudían no solo los enfermos, sino también los vecinos del lugar.

A principios el siglo XVIII, con la llegada de los betlemitas como administradores del lugar, el edificio pasó por un período de transformación y redistribución de los espacios. La iglesia fue destruida, se construyó la actual y se mandó a confeccionar los retablos y las devociones propias de la Orden fueron introducidas. En esa época se mandó a esculpir el emblema heráldico de la Orden, la portada de piedra y el relieve con el tema del Nacimiento de Jesús, que se encuentra en la fachada de plata.

El conjunto de retablos cubiertos con pan de oro sobre fondo rojo es una muestra de la arquitectura quiteña colonial y corresponde al esplendor barroco de Quito del siglo XVIII. El retablo mayor de cuerpos sobrepuestos se caracteriza por sus columnas salomónicas. En el nicho superior, en la parte central, se encuentra una réplica del siglo XIX del cuadro de Nuestra Señora de los Ángeles; y, a los costados, las imágenes de Santa Ana y San Joaquín.

Un grupo escultórico de La Santísima Trinidad ocupaba el sitio donde está el cuadro de la Virgen de Los Ángeles; el grupo de la Sagrada Familia ocupaba el cuerpo superior del tabernáculo, que se destaca por la variedad de las columnas del siglo XVIII. Las esculturas de San Francisco y de San Ignacio han desaparecido.

En los retablos laterales se encontraba esculturas del Calvario, de San Juan de Dios (cuya imagen original ha sido reemplazada por una escultura de pasta), de Nuestra Señora de Aranzazu, de San José, Santa Rosa de Lima, Santa Rita y de San Cayetano, que fue reemplazado por una escultura de San Vicente de Paúl, hecha por Domingo Carrillo.

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Capilla de Nuestra Señora de los Ángeles: La imagen original de la Virgen, que fue pintada al temple por un autor desconocido, desapareció por las múltiples intervenciones de la Cofradía, que administraba y cuidaba el lugar. La imagen actual es una reinterpretación de esa advocación mariana.

Nuestra Señora de los Ángeles, patrona y protectora de las parturientas y de los enfermos, fue consagrada en el siglo XVI por sus devotos, quienes ofrecían plegarias y ofrendas en esta capilla, hasta mediados del siglo XIX. Como un acto de devoción y de agradecimiento, los devotos costearon la pintura mural, que ha sido rescatada en la actualidad.

En el siglo XVIII, la capilla, que es el espacio más antiguo del edificio, se convirtió en uno de los lugares más populares de devoción, lo que obligó a solicitar al Cabildo el permiso para construir el arco que cruza la calle, para dar mayor comodidad a los devotos ante la inclemencia del clima. De esa manera se construyó El Arco de la Reina, un referente arquitectónico de Quito hasta nuestros días, ubicado en las calles García Moreno y Rocafuerte.. La sacristía y el coro complementaban el uso de la capilla.

Fuente original: https://museosdmqjennifermeza.wordpress.com/2015/04/29/museo-de-la-ciudad/

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